Escritura efectiva

Podríamos decir que la comunicación escrita efectiva es aquella “escritura empática”. Esto significa que se escribe a partir de la capacidad de pensar en cómo el lector puede recibir el mensaje de la forma más amigable, eficaz, clara y adaptada a sus circunstancias. Así, en todo proceso de escritura (ficción, no ficción, textos técnicos u organizacionales), si la intención es que sea público; o sea, que sea leído por muchas personas, es relevante que se piense en la mejor manera de escribir según el entorno y características de esos lectores. En otras palabras,  que quien escribe se salga de la forma como él comprende, para pensar en las condiciones como interpretará y comprenderá ese texto el lector.

¿Cuántas veces usted se ha topado con la siguiente situación?: Usted compra un artefacto. Luego, muy emocionado se dirige a buscar el instructivo que está en la caja; sin embargo, es imposible seguir las instrucciones; ya sea por un vocabulario muy técnico (como suele pasar con equipos de cómputo o electrónicos); o bien por ideas poco claras que lejos de facilitar la comprensión, frustra al lector.

Lo mismo sucedería a un escritor creativo, que escribe un libro juvenil, pero que no integra una ambientación que sea significativa para esta población lectora. Es probable que el lector joven no va a sentir la misma cercanía o interés con el libro.

Ahora bien, estas circunstancias no significan que un texto no deba tener un contenido técnico, especializado o con construcciones distintas o nuevas para el lector: perfectamente quien escribe puede jugar con las construcciones y contenidos. Sin embargo, es importante tener la creatividad, los recursos lingüísticos o de escritura; además de mucho respeto y empatía por los lectores, para que ese contenido o mensaje logre su cometido: ser bien recibido e interpretado por el lector.

En la escritura efectiva, hay técnicas y recursos de la lengua que son útiles y ayudan a escribir con contenidos, formas e ideas más precisas de escritura; así como formas gramaticales básicas que ordenan las ideas. Por ejemplo, es posible trabajar con fórmulas básicas para el ordenamiento de ideas, caracterización y reconocimiento de los lectores. También es posible hacer explicaciones sencillas sobre aquellos conceptos especializados, sin tener que eliminarlos, ambas formas —técnica y común— se pueden integrar. Se trata de escribir de manera que oriente e instruya al lector que se enfrenta a un conocimiento nuevo. En el caso de los lectores de ficción, se trata de llevarlos a comprender e involucrarlos en ese nuevo mundo que ofrece el libro.

Escribir, en cualquiera de los ámbitos que sea, conlleva una responsabilidad: acercar y no distanciar. Esto solo se logra con una escritura eficaz, que logre comunicar a quienes se dirige el texto.

Emilia Fallas

Docente y editora. Especialista en literatura y lingüística con amplia experiencia en formación profesional y comunitaria